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Homenaje a las abuelas que dejaron su Andalucía natal en busca de nuevas oportunidades en Cataluña.

Del campo a la ciudad.

Hagamos memòria

Siendo la segunda más extensa de España, después de Castilla y León, Andalucía siempre ha sido una tierra de campos, latifundios y grandes cortijos de ganado. Por eso, tras la fallida reforma agraria durante la II República y una intensa sublevación militar franquista, andaluces de todas las provincias dejaban una tierra de sevillanas y hermosas ferias de abril, para vivir en una tierra industrial.

 

Centenares de emigrantes desencantados con el llano campo andaluz viajaron a Cataluña, “la tierra de los sueños”, durante la década de los 50, 60 y 70. Cataluña pasó de cobijar 70.000 andaluces a 840.000, todo un boom migratorio. Y es que se llegó a llamar a la comunidad autónoma catalana, la novena provincia de Andalucía. 

 

      Cataluña, tierra prometida

 

Según la Unión Europea, Andalucía se encuentra hoy con una situación de desempleo similar a la de los años 50, teniendo la tasa más grande de paro entre las regiones europeas (37%). Su destino de emigración preferido sigue siendo Cataluña, solo después de Madrid.

 

Hay inmigrantes que han vivido más en la provincia barcelonesa que en Jaén, Sevilla o Córdoba. Por ello, en ocasiones, han tenido que adaptarse a una lengua y a unas tradiciones diferentes dejando atrás las suyas. Ahora estos emigrantes son abuelos y abuelas, que llenan de gracia las comidas familiares con su dicharachero acento andaluz. Pero, ¿Qué recuerdan los abuelos y las abuelas andaluzas de sus raíces?

¿Por qué Cataluña?

Jornaleros esperando la llegada de el tren con destino a Barcelona

Jornaleros andaluces esperando al tren dirección Barcelona, 1970. Fuente: anys60tmi.blogspot.com

A fondo...

Inmigrantes andaluces en Cataluña, ¿aceptados o rechazados? ¿Con qué panorama cultural se encontraron sevillanos, cordobeses o granadinos?

Estilo de vida Andaluz

Condiciones de vida

 

En un período marcado por la posguerra, los andaluces vivían en unas condiciones precarias que se materializaban en cartillas de racionamiento, falta de comida y de libertades y derechos. En el territorio español se imponía un régimen dictatorial marcado por la represión y el centralismo económico. Por ello, territorios tan humildes como Andalucía quedaron bajo el umbral de una pobreza persistente. De hecho, muchos de los habitantes reconocen haber pasado hambre y penuria.

Luisa, una abuela de Jaén, recuerda que a sus padres no les querían dar todas las cartillas de racionamiento porque eran muchos hermanos. Su situación es solo un mero ejemplo de las familias que tuvieron que convivir de cerca con la miseria.

 

Frente a esta situación, había otras regiones como Cataluña que desarrollaban una potente industria y fue por eso que muchos andaluces decidieron venir a probar suerte.

El paisaje

 

Las llanuras y las eras secas, el suelo de barro y las casas esparcidas sin ton ni son concentraban la panorámica paisagística más característica de Andalucía. Los campos de olivos y de trigo se divisaban en cualquier parte, siendo en aquel entonces, una de las pocas fuentes de recursos para los habitantes de los pueblos.

El trabajo

 

En Andalucía se vivía por y para el campo. Los habitantes de los pueblos y aldeas  se encargaban de trabajar y cuidar sus tierras continuamente. Por un lado, a las mujeres se les reservaba algunas actividades como sembrar, recoger olivas y los frutos de las huertas. Y por el otro, los hombres se encargaban de labrar los terrenos con los burros y las vacasAdemás del campo, surgieron otras faenas más comunes, como por ejemplo la costura. Muchas de las madres de familia se dedicaban a tejer para otras mujeres y experimentaban con nuevas diseños y telas que luego lucían en las ferias o en el baile.

El transporte

 

En aquella época los medios de transporte eran muy excepcionales dentro de las familias y, usualmente, solo disfrutaban de coche aquellas familias más adineradas en los pueblosEl resto, se conformaban con ir a pie, que les prestaran una mula de vez en cuando o que alguna línea de autobús regional se pasará por la zona.

La educación

 

El período de la posguerra destacó por su alto nivel de analfabetismo global. De hecho, muchos de los andaluces no puedieron ir a la escuela por falta medios, y los que pudieron ir, aprendían lo básico: leer, escribir y contar. Muchos de ellos, dejaban de lado el aprendizaje para cuidar de su familia.

El ocio

 

Durante la infancia, los niños se divertían jugando en las calles de los pueblos con palos y piedras. Y en la juventud, las mayores atracciones eran las ferias anuales y el baile de los domingos.

Fina y su familia en el campo

Fina y su familia en el campo

Fina con sus amigos en la feria

Fina con sus amigos en la feria

Fina construyendo la casa

Fina construyendo la casa

Carmen lista para la feria

Carmen lista para la feria

Carmen y su hermano en Andalucía

Carmen y su hermano en Andalucía

Carmen junto a sus amigas

Carmen junto a sus amigas

Carmen y su familia en el campo

Carmen y su familia en el campo

Mercedes y su prima en el campo

Mercedes y su prima en el campo

Mercedes con sus amigas

Mercedes con sus amigas

Paquita y su hija Maite

Paquita y su hija Maite

Paquita de boda junto a su hijos

Paquita de boda junto a su hijos

Fotografías cedidas por nuestras abuelas andaluzas con su único uso para esta web

Adiós Andalucía

De dónde venían nuestras abuelas

Motivo de las migraciones

Elaboración propia

Todas estas mujeres tenían una razón en común para venir a Cataluña: en su tierra no había nada que hacer. Si se quedaban en el pueblo lo único que les quedaba era trabajar en la casa haciendo las tareas y cuidar de la familia. Cansadas de haberse dedicado desde pequeñas a cuidar de sus hermanos más mayores, y a encargarse de la mayor parte del trabajo de la casa, decidieron que era de hora de cambiar de aires. Como la mayoría tenían familia que se había marchado a Barcelona, aprovecharon para viajar hasta ahí y ponerse a servir en casas o a trabajar en talleres de costura, una tarea que se les había enseñado desde pequeñas.

A partir de ahí, cada una de ellas fue construyendo su historia. Conocieron a sus maridos, tuvieron hijos, compraron su propia casa, forjaron nuevas amistades… En definitiva, construyeron su nueva vida en Cataluña. Todas vinieron en busca de oportunidades, cansadas de una vida a la que no le veían salida. Una salida que encontraron al venirse a Cataluña y poder conseguir lo realmente les gustaba.

 

Pero nuestras abuelas, no fueron las únicas que pensaron eso, y por ello entre el período del 1950 al 1970 se produjo ese boom de andaluces que migraban a Andalucía en busca de una vida mejor.

Cambio Cultural

Para muchas de nuestras abuelas, el hecho de vivir en Cataluña supuso un gran cambio en su estilo de vida. La mayoría se marcharon de Andalucía por las dificultades de formar un futuro  económico sostenible. Aquí se encontraron con ciertas dificultades como el idioma o el carácter más distante de catalanes y de muchos andaluces, que ya estaban adaptados.

 

Aunque la mayor parte de la migración andaluza se produjo durante el Franquismo, se utilizaba el catalán de manera informal, lo cual suponía que aprendieran el idioma para poder comunicarse con los locales. La mayoría de nuestras entrevistadas no son catalanohablantes pero sí que comprenden el idioma

 

Citas célebres

"La vida que comenzamos en Barcelona era gloria bendita comparada con el día a día en los cortijos"

''Yo estoy muy contenta en Cataluña, y estoy aquí porque quiero"

"Era muy distinto Jaén. Era más alegría. Éramos felices aunque vivíamos en la pobreza"

"Cuando llegué a Cataluña para mi era otro mundo. No sabía como la gente se divertía aquí, para mí era un mundo diferente"

El hecho de no hablar el idioma no impidió que nuestras abuelas consiguieran una ocupación rápidamente, aunque otras decidieron dedicarse a las labores del hogar. A pesar de esto, con el bajo nivel educativo obtenido en su Andalucía natal, los trabajos de los que podían disponer eran sin una cualificación profesional, como costurera o limpiadora.

 

La sustentación de su hogar la compartían con sus maridos, muchos de los cuales eran andaluces que también habían emigrado a Cataluña. Formaron pronto una familia  y a sus hijos los llamaban con nombres catalanes como Montserrat o Marc, pero con apellidos como Martínez o García. Esta siguiente generación domina la lengua hablada a pesar de nacer durante el Franquismo, y sus hijos, los nietos de nuestras abuelas, pueden disfrutar de aprender el catalán en casa y en la escuela de manera oficial y sin temor a ser castigados por ello.  

La voz de la abuela

Descubre lo que piensan nuestras abuelas andaluzas sobre estos temas de actualidad 

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